viernes, 5 de agosto de 2016

Que Mi Nombre No Se Borre De La Historia (Las Trece Rosas Rojas).avi



 “Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia”.


Estas fueron las últimas palabras que escribió a su familia Julia Conesa, una joven de 19 años, que sería ejecutada por la dictadura franquista poco después de terminar la Guerra Civil. Fueron trece mujeres, la mitad menores, las ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este, en Madrid, junto a varios hombres.


Que Mi Nombre No Se Borre De La Historia (Las Trece Rosas Rojas)


 Represión fascista de posguerra



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 Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses que había terminado la Guerra Civil. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de vecinos, amigos y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración, en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias.


Las presas habian sido juzgadas en el tribunal de las Salesas. “Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados (…) responsables de un delito de adhesión a la rebelión (…) Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados (…) a la pena de muerte”, dice la sentencia.


Y apenas 24 horas más tarde, 13 de aquellas mujeres y 43 hombres fueron ejecutados ante las tapias del cementerio del Este. El momento lo recordaban así algunas compañeras de presidio: “Yo estaba asomada a la ventana de la celda y las vi salir. Las presas iban de dos en dos y tres guardias escoltaban a cada pareja, parecían tranquilas”, recuerda María del Pilar Parra.


“Algunas permanecimos arrodilladas desde que se las llevaron, durante un tiempo que me parecieron horas, sin que nadie dijera nada. Hasta que María Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó para decirnos que habían muerto muy serenas”, contaba Mari Carmen Cuesta.


Quince de los ajusticiados ese 5 de agosto de 1939 eran menores de edad, entonces establecida en los 21 años. Por su juventud, a estas mujeres se las comenzó a llamar ‘las trece rosas’. Sus nombres eran Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa.



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