Hace años apareció en un diario local una noticia breve pero bastante curiosa:
La policía había detenido a un hombre que por las noches sustraía taxis y se dedicaba a hacer carreras (“trabajar”) con ellos... lo original era que al amanecer devolvía el vehículo a la zona de donde lo había sustraído, en perfectas condiciones y dejando una cantidad de dinero a modo de compensación por el combustible consumido.
De esta realidad en 2005, el director independiente Jordi Solé, bajo el pseudónimo de Jo Sol ("yo solo" en catalán) presentó ‘El Taxista Ful’, un documental que recoge la historia de José R., un hombre de 52 años en paro que un día decidió utilizar los taxis aparcados por la noche para poder ganarse la vida emprendiendo, sin saberlo, un viaje que le cambiaría para siempre. Una historia humana y además bella. Jo Sol aborda la precariedad laboral y el miedo como forma de control social del sistema u orden mundial. El equipo de ‘El taxista ful’ le da un toque al espectador. No van de misioneros sociales. Más bien de despertadores. Transmite una verdad, está hecha de manera espontánea, en lo cotidiano y sin ficción, con diálogos que surgían improvisados», recordaba Sempere. «Es falso que fuera del mundo laboral no haya nada. Si espero a tener dinero no hago la película. Se trata de aplicar lo mismo a la vida», recuerda Sol.
Producción: Jordi Redi y Norbert Llaràs
Argumento y dirección: Jo Sol
Cámara y ambientación: Afra Rigamonti
Montaje: Sérgio Dies
Música: Jalea Real
Documentación: Fundació espai en blanc
Notas del director:
Al descubrir el caso real de Jose R., el falso taxista, me di cuenta de que resultaba singularmente paradigmático para ilustrar un tema que recorre y traspasa mi propia realidad cotidianamente: la precariedad. La precariedad entendida como ese límite que nos impide vivir. Un límite marcado por las condiciones de vida impuestas por la mundialización de la lógica inherente al capitalismo.
Quise reflexionar sobre el sentimiento de culpabilidad que se ha instalado en nuestras vidas, culpabilidad por no llegar a ser, por no ser capaces de tener... Quise reflexionar sobre las soledades impulsadas por la desesperada competencia entre iguales, sobre la tristeza que nos envuelve y que se ha apoderado por completo de nuestras vidas sin que, de momento, hayamos sabido reaccionar.
Afortunadamente muchos otros antes que yo se han dedicado a analizar este fenómeno y a experimentar fórmulas de fuga de esa precariedad, a través de prácticas concretas. Las referencias teóricas puestas en relación con quienes las ponen en práctica en su cotidianidad, ha sido la base sobre la que hemos reflexionado, experimentado y puesto en escena esta creación colectiva que aspira a reflejar esa tristeza, ese malestar, tanto como la determinación por reconquistar nuestra vida.
.
Sinopsis:
El taxista ful o el taxista falso. Pepe Rovira con cincuenta tacos y sin curro, decide apropiarse de taxis ajenos, una herramienta de trabajo como él dice y trabajar con ellos por la noche. Taxis que abandona días después sin desperfectos de ninguna clase, dejando algo de dinero en la guantera, por el consumo de gasolina y desgaste del vehículo.
La situación familiar de Pepe al estar desempleado se ha deteriorado, con su mujer y su hijo, por la falta de medios económicos y Pepe a fin de que no lo localicen se va de okupa con Marc, entrando en un mundo para él desconocido. Conoce así al grupo Dinero Gratis, los cuales como dicen en sus carteles “No queremos trabajo queremos dinero. Dinero gratis”. Pepe Rovira, sin embargo si quiere un trabajo y aboga por un trabajo digno. Visiones contrapuestas, pero según dicen los opuestos se tocan.
Algunos taxistas cuando es sabida la forma de proceder del ladrón de taxis, ni siquiera lo denuncian. La policía lo detiene varías veces y hay finalmente una sentencia en la que le comunican que lo quieren internar en un centro psiquiátrico. Marc, es un joven de unos treinta años que entra en contacto con Pepe, lo acompaña a un abogado que tras oír la versión de sus hechos quiere presentarlo como delincuente político. ¿Delincuente político? se pregunta, Pepe. Él no es un delincuente político pero tampoco se considera un delincuente común, lo único que tiene claro es que no quiere ir a la cárcel.
¿Se puede sortear el miedo a la precariedad?. Pepe reflexiona: quiero vivir hasta que me muera. No hay futuro para él, el futuro ya está bastante claro dice, sólo quiere existir, con esa mezcla de rabia y alegría. ¿Cómo podemos agujerear la realidad?, se pregunta Pepe en una de las concentraciones de Dinero Gratis a las que acude. Pepe comenta en el pase de la película por el Festival de San Sebastian, que la película es una invitación a la reflexión. Ni si quiera le importa que guste o no la película.
No hay censura ni apología. Nadie es más que nadie, sino que en todo caso se trata de ver las cosas de otra manera; sí pero no, no pero sí. Gente que hace otras cosas, que se moviliza, que se refuerza como grupo, que desde la asunción de que nada puede cambiar siguen peleando con pancartas o con palabras, la saliva como arma y la ilusión como alimento. ¿Predicar en el desierto? ¿Fomentar el absurdo?
La policía había detenido a un hombre que por las noches sustraía taxis y se dedicaba a hacer carreras (“trabajar”) con ellos... lo original era que al amanecer devolvía el vehículo a la zona de donde lo había sustraído, en perfectas condiciones y dejando una cantidad de dinero a modo de compensación por el combustible consumido.
De esta realidad en 2005, el director independiente Jordi Solé, bajo el pseudónimo de Jo Sol ("yo solo" en catalán) presentó ‘El Taxista Ful’, un documental que recoge la historia de José R., un hombre de 52 años en paro que un día decidió utilizar los taxis aparcados por la noche para poder ganarse la vida emprendiendo, sin saberlo, un viaje que le cambiaría para siempre. Una historia humana y además bella. Jo Sol aborda la precariedad laboral y el miedo como forma de control social del sistema u orden mundial. El equipo de ‘El taxista ful’ le da un toque al espectador. No van de misioneros sociales. Más bien de despertadores. Transmite una verdad, está hecha de manera espontánea, en lo cotidiano y sin ficción, con diálogos que surgían improvisados», recordaba Sempere. «Es falso que fuera del mundo laboral no haya nada. Si espero a tener dinero no hago la película. Se trata de aplicar lo mismo a la vida», recuerda Sol.
Producción: Jordi Redi y Norbert Llaràs
Argumento y dirección: Jo Sol
Cámara y ambientación: Afra Rigamonti
Montaje: Sérgio Dies
Música: Jalea Real
Documentación: Fundació espai en blanc
Notas del director:
Al descubrir el caso real de Jose R., el falso taxista, me di cuenta de que resultaba singularmente paradigmático para ilustrar un tema que recorre y traspasa mi propia realidad cotidianamente: la precariedad. La precariedad entendida como ese límite que nos impide vivir. Un límite marcado por las condiciones de vida impuestas por la mundialización de la lógica inherente al capitalismo.
Quise reflexionar sobre el sentimiento de culpabilidad que se ha instalado en nuestras vidas, culpabilidad por no llegar a ser, por no ser capaces de tener... Quise reflexionar sobre las soledades impulsadas por la desesperada competencia entre iguales, sobre la tristeza que nos envuelve y que se ha apoderado por completo de nuestras vidas sin que, de momento, hayamos sabido reaccionar.
Afortunadamente muchos otros antes que yo se han dedicado a analizar este fenómeno y a experimentar fórmulas de fuga de esa precariedad, a través de prácticas concretas. Las referencias teóricas puestas en relación con quienes las ponen en práctica en su cotidianidad, ha sido la base sobre la que hemos reflexionado, experimentado y puesto en escena esta creación colectiva que aspira a reflejar esa tristeza, ese malestar, tanto como la determinación por reconquistar nuestra vida.
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Sinopsis:
El taxista ful o el taxista falso. Pepe Rovira con cincuenta tacos y sin curro, decide apropiarse de taxis ajenos, una herramienta de trabajo como él dice y trabajar con ellos por la noche. Taxis que abandona días después sin desperfectos de ninguna clase, dejando algo de dinero en la guantera, por el consumo de gasolina y desgaste del vehículo.
La situación familiar de Pepe al estar desempleado se ha deteriorado, con su mujer y su hijo, por la falta de medios económicos y Pepe a fin de que no lo localicen se va de okupa con Marc, entrando en un mundo para él desconocido. Conoce así al grupo Dinero Gratis, los cuales como dicen en sus carteles “No queremos trabajo queremos dinero. Dinero gratis”. Pepe Rovira, sin embargo si quiere un trabajo y aboga por un trabajo digno. Visiones contrapuestas, pero según dicen los opuestos se tocan.
Algunos taxistas cuando es sabida la forma de proceder del ladrón de taxis, ni siquiera lo denuncian. La policía lo detiene varías veces y hay finalmente una sentencia en la que le comunican que lo quieren internar en un centro psiquiátrico. Marc, es un joven de unos treinta años que entra en contacto con Pepe, lo acompaña a un abogado que tras oír la versión de sus hechos quiere presentarlo como delincuente político. ¿Delincuente político? se pregunta, Pepe. Él no es un delincuente político pero tampoco se considera un delincuente común, lo único que tiene claro es que no quiere ir a la cárcel.
¿Se puede sortear el miedo a la precariedad?. Pepe reflexiona: quiero vivir hasta que me muera. No hay futuro para él, el futuro ya está bastante claro dice, sólo quiere existir, con esa mezcla de rabia y alegría. ¿Cómo podemos agujerear la realidad?, se pregunta Pepe en una de las concentraciones de Dinero Gratis a las que acude. Pepe comenta en el pase de la película por el Festival de San Sebastian, que la película es una invitación a la reflexión. Ni si quiera le importa que guste o no la película.
No hay censura ni apología. Nadie es más que nadie, sino que en todo caso se trata de ver las cosas de otra manera; sí pero no, no pero sí. Gente que hace otras cosas, que se moviliza, que se refuerza como grupo, que desde la asunción de que nada puede cambiar siguen peleando con pancartas o con palabras, la saliva como arma y la ilusión como alimento. ¿Predicar en el desierto? ¿Fomentar el absurdo?
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