La verdadera historia sovietica
El documental “La verdadera historia soviética” del letón Edvins Snore, describe con abundante documentación histórica cómo la Revolución bolchevique planificó el asesinato de 10 millones de rusos, que al final acabarían siendo 20 millones; relata también cómo ambos líderes alemán y soviético compartían un proyecto muy similar, y cómo Hitler y Goebbels encontraron en Stalin un maestro en la organización de genocidios y campos de concentración. Que Stalin se sentara junto a las potencias aliadas en Yalta demuestra la complicidad de Churchill y Roosevelt en el holocausto del pueblo alemán así como en el genocidio soviético, de ahí que, en los libros de texto, se hayan ocultado sendos genocidios. De conocerse el Holodomor y holocausto ruso, la población no comprendería cómo los Aliados pactaron con un asesino; y de saberse el holocausto alemán planeado por Roosevelt y Churchill, se desmoronaría toda la versión oficial de la Segunda Guerra Mundial. De ahí la necesidad de perseguir, condenar y amordazar a las voces críticas.
La dificultad de aprehender la Verdad
Inmersos como estamos en un paradigma de opuestos enfrentados, nadie
parece molestarse por el maniqueísmo infantiloide de la historia oficial de la
Segunda Guerra Mundial: los alemanes fueron los malos malísimos, los aliados,
los buenos y salvadores de la democracia europea, y los judíos, las verdaderas
y principales víctimas. Y por si no fuera suficiente, el que quiera cambiar una
línea a esta burda versión oficial será
expulsado de la Universidad, amarrado a la picota para escarnio público
y hasta podrá acabar con sus huesos en la cárcel. Cualquier comentario
disidente de la oficialidad será tachado de la mayor infamia: ser antisemita, una acusación absurda, puesto que en esta otra versión de la mortífera guerra nada
se ha dicho en contra del pueblo judío.
¿Cui prodest? ¿quién se beneficia de semejante bulo? Los que querían
crear el Estado de Israel y para ello necesitaban victimizar a los judíos, es decir el lobby sionista que domina la banca
global, la política internacional, la Unión Europea, el que financia las
guerras eternas y también controla los medios de comunicación, las
televisiones, Hollywood, las
universidades, las ediciones de libros, de revistas, de libros de texto… y la
redacción de la leyes. Aquí comprobamos una vez más que el lobby sionista
es el creador de la VERDAD ACADÉMICA OFICIAL. Y si no se
sostiene, no importa, crean leyes que los diputados lacayos votan para apuntalar
lo insostenible.
Pero lo grave no es sólo que la versión oficial sea maniquea y
simplista, es que los que revelan otra realidad caen a su vez en la misma
trampa, se instalan en el extremo opuesto pasando de la demonización a la
idealización del proyecto del Tercer Reich.
Tanto Haverbeck como Goodrich, aunque velada, no esconden su simpatía
hacia el nazismo, como si no fuera posible denunciar la mentira del Holocausto,
describir cuánto sufrió el pueblo alemán y recordar al mismo tiempo que el
pueblo judío también sufrió enormemente, y que dentro del programa nazi estaba
también la eliminación y esterilización de minusválidos, enfermos crónicos o
ancianos así como la utilización de cobayas humanos, judíos y no judíos, para
todo tipo de experimentación médica, quirúrgica, genética o de uso industrial.
¿Por qué es tan difícil aceptar que los nazis, en su lucha contra el
cáncer, ya recomendaban en los años 30 el no fumar y el vegetarianismo? Esta parte luminosa del nazismo siempre se ha
ocultado. Los campos de concentración no eran campos de exterminio, de acuerdo,
pero el Dr. Mengele y sus colegas torturaron y mataron con sus experimentos a
miles de presos. Ambas cosas deben decirse.
¿Por qué no se dice que nuestro tan aclamado Estado del bienestar nace en la Alemania de Hitler, con ayudas
sociales, un sistema amplio de becas de estudios para las clases desfavorecidas
y otras agencias estatales de acción social, tan defendidas hoy por Podemos? ¿Tan difícil es aceptar que nada es
completamente bueno ni completamente malo?
¿Por qué Churchill es presentado como un irónico regordete cuando mandó
fríamente bombardear Dresde, la Florencia alemana, hasta derretirla, asesinando
a cientos de miles de personas en una sola noche, cuando Alemania ya había
perdido la guerra, y, siendo algo sabido, jamás fue acusado de genocidio?
Cuando seamos capaces de ver y aceptar la noche, la oscuridad de cada cosa;
cuando seamos capaces de
comprender que la sombra de cada persona, proceso o hecho es parte inseparable
de la persona, proceso o hecho,
cuando seamos capaces de integrar nuestra sombra, comprenderla y
abrazarla,
sólo entonces lograremos aprehender la Verdad.
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