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Un crimen, tres cadáveres, dos guardias suizos y el Opus Dei. Unos asesinatos que ocurrieron en la ciudad del Vaticano y que conmocionó a la sociedad italiana.
Noche del 4 de mayo de 1998 en la ciudad del Vaticano, Alois Estermann, de 43 años de edad y cercano al Opus Dei, acaba de ser nombrado comandante de la Guardia Suiza, el ejército más pequeño del mundo y el cual tiene como función proteger al Sumo Pontífice y la sede de la Iglesia católica. Pocas horas después en su apartamento se descubren tres cadáveres. Se trata del propio Estermann junto a su esposa, la venezolana Gladys Meza, y el joven miembro de la guardia suiza, el cabo Cédric Tornay, de 22 años y nacido en el cantón suizo de Valais. Según la Santa Sede, "en un arrebato de locura el cabo mató con su pistola a su comandante y a la esposa de éste".
Estermann llevaba 16 años casado con Gladys Meza, venezolana seis años mayor que él, con quien nunca tuvo hijos. Ambos eran miembros del Opus Dei.
Lo truculento del asunto, las víctimas y el hecho de ser miembros de la guardia suiza hace que el crimen despierte rápidamente un gran interés. La explicación dada por la Santa Sede no convence "un arrebato de locura". Bien, pudiera ser, pero incluso esos llamados arrebatos de locura tienen alguna causa que lo motive, no ocurren porque si. Nadie quita vidas sin un motivo. ¿Qué llevó al joven cabo Cédric Tornay a cometer el crimen?.
El caso presenta algunas incógnitas a nivel criminológico o de investigación: ¿Por qué sólo se recogen cuatro casquillos si Tornay dispara cinco veces? ¿Por qué la puerta de la vivienda está abierta cuando se descubren los cadáveres? ¿Por qué si Tornay utilizó su arma para suicidarse cayó hacia delante sobre ella, cuando lo más normal es que hubiese caído hacia atrás?
La pulcra y puritana versión oficial aseguraba que Cedric Tornay tenía trastornos psicológicos y aquella noche, producto de un agravamiento de su cuadro clínico y el recelo que sintió ante el distinguido logro de Estermann, decidió quitarle la vida al comandante y a su esposa, suicidándose posteriormente.
El caso quedó cerrado cuando al realizarse la autopsia de los tres cuerpos, se encontró un pequeño tumor en el cerebro de Tornay. Un hallazgo muy conveniente, aunque poco creíble como explicación. Aún existiendo ese dudoso tumor sería la primera vez que se considera a una malformación de ese tipo responsable penal de un crimen de semejantes características.
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