miércoles, 30 de diciembre de 2015

La dama olvidada


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 En 1853, los aragoneses solicitan a la nación española la creación de una estación internacional que comunique España y Francia a través del pirineo aragonés. 


En 1928, tras años de acuerdos, tratados y tensas negociaciones, se inaugura la estación internacional de Canfranc: una estación monumental, la más grande de Europa en aquella época. "Más grande aún que el Titanic", rezaba la publicidad de la época... pero con un porvenir igualmente trágico.

Cimentada en la época más turbulenta de la vieja Europa, desde su ubicación estratégica hubo de afrontar las peores adversidades. Una crisis internacional, dos guerras mundiales y una guerra civil dictaminaron su sentencia: la clausura, el abandono, el olvido.

Hoy, más de treinta años después del cierre de la línea, la estación de Canfranc espera, con majestuosa e imperturbable serenidad, el regreso de sus días de gloria.





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