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Oro azul - La guerra del agua
Las guerras del agua, pasado y futuro (Vídeo documental)
El documental “Oro azul”, de Sam Bozzo, recoge algunas de las principales batallas por los recursos hídricos.
Ya en 1995 el
vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, alertaba sobre el
futuro de los conflictos bélicos, en un pronóstico muy citado: “Si las
guerras de este siglo se han librado por el petróleo, las de la próxima
centuria tendrán como motivo principal el agua”. Según los cálculos de
Naciones Unidas, en torno a 1.200 millones de personas viven en zonas
con escasez “física” de agua, mientras que otros 500 millones se
aproximan a esa situación.
La ONU reconoce asimismo que existe
suficiente disponibilidad de agua para abastecer a las 7.000 millones de
personas que habitan el planeta, pero “está distribuida de forma
irregular, se desperdicia, está contaminada y se gestiona de manera
insostenible”. Las cifras de la OMS y UNICEF señalan que en 1998 fueron
28 los países que experimentaron “estrés” hídrico, cifra que podría
incrementarse a 56 en el año 2025.
A partir de los
números y los vaticinios, las guerras del agua son una realidad. El
documental “Oro azul. La guerra del agua”, dirigido por el realizador
estadounidense Sam Bozzo en 2008, da cuenta de algunas de estas batallas
silenciadas por la vorágine de la información cotidiana. Premiada como
mejor película de contenido ambiental en el Festival de Cine de
Vancouver y como mejor filme ecológico en el Festival de Cine Europeo
Independiente, el documental de 52 minutos recoge hitos como la
inmolación del dirigente del sindicato de agricultores surcoreano, Lee
Kyung Hae, a los 56 años. La acción se produjo durante las
manifestaciones en Cancún contra la V Reunión Ministerial de la
Organización Mundial de Comercio (OMC) en septiembre de 2003.
Armado con una pancarta en la que se
podía leer “La OMC mata a los campesinos”, Lee Kyung Hae se subió a una
de las vallas de seguridad y se clavó un cuchillo en el corazón. Su
muerte le convirtió en un icono de la resistencia. En una carta póstuma,
el activista surcoreano denunciaba que los programas de “reforma
agrícola” en su país implicaron un exceso de oferta y de la importación
de bienes. “En ocasiones se ha registrado una caída en los precios
cuatro veces superior a la tendencia normal”, criticó. La consecuencia
del proceso fue el éxodo rural a las ciudades y la bancarrota por las
deudas acumuladas. Así resumió su llamado final: “Saquen a la
agricultura de la OMC”.
Otro de los ejemplos se sitúa en la
ciudad boliviana de Cochabamba, donde tuvo lugar, entre 1999 y 2000, uno
de las grandes victorias populares contra las políticas privatizadoras
de los servicios públicos y los bienes comunes. Las presiones del Banco
Mundial y la célebre Ley 2029, aprobada en octubre de 1999 durante la
presidencia de Hugo Bánzer (1997-2001), sentaron las bases para que un
recurso como el agua quedara a merced de la oferta y la demanda.
La concesión de los servicios de
distribución de agua potable y alcantarillado al consorcio internacional
“Aguas de Turaní”, formado por las multinacionales Bechtel, Adison,
Abengoa y otras empresas bolivianas, despertó la indignación de los
movimientos sociales, que denunciaron incrementos en las tarifas de
hasta el 200%. Bloqueos de la ciudad, huelgas generales y consultas
populares (en las que masivamente la población apoyó la retirada de
“Aguas de Turaní”) fueron la antesala de una represión que se saldó con
la muerte de un joven de 17 años, Víctor Hugo Daza, 47 heridos y más de
200 detenciones. Finalmente, en abril de 2000, el gobierno boliviano se
vio forzado a romper con “Aguas de Turaní” y a modificar la Ley 2029.
En el documental figura asimismo el
testimonio de la ecologista india, feminista y doctora en Ciencias
Físicas, Vandana Shiva. En “Las guerras del agua. Contaminación,
privatización y negocio” (Icaria), la activista contra la globalización
destaca que un factor relevante en los enfrentamientos en el Punjab
(región compartida entre India y Pakistán), que se saldaron con más de
15.000 muertos durante la década de los 80, fue el conflicto por el
reparto de las aguas, los planes de desarrollo y los usos hídricos de
los ríos del Punjab.
Sin embargo, afirma Vandana Shiva, “los
enfrentamientos se disfrazaron como separatismo religioso Sikh”. La
activista apunta también los impactos ambientales en el Himalaya, donde
la explotación forestal con fines comerciales aceleró la crisis
ecológica. Pueblos hasta ese momento autosuficientes respecto a la
producción de alimentos tuvieron que importar comida, ya que se secaron
sus fuentes de abastecimiento hídrico. Otra consecuencia fue la
desaparición de bosques, que se tradujo en inundaciones frecuentes y
corrimientos de tierra.
Entre las victorias populares citadas en
el documental “Oro azul”, algunas tienen como centro a Europa. En la
ciudad francesa de Grenoble, con cerca de 160.000 habitantes, se logró
remunicipalizar en 2000 el servicio público de suministro de agua,
privatizado en 1989 “de forma ilegal” cuando el exministro conservador y
alcalde de Grenoble, Alain Carignon, “traspasaron, en un acto claro de
corrupción los servicios de agua y saneamiento a la empresa privada
Lyonnaise des Eaux”, explica en el audiovisual el activista Raymond
Avrillier.
La historia se completa con dos ingredientes de interés:
Lyonnaise des Eaux forma parte del grupo Suez, uno de los más potentes
del mundo en gestión del agua y residuos; por otro lado, Alain Carignon
fue condenado en 1995 por corrupción a cinco años de cárcel. Tras años
de presión y movilizaciones, diferencias sentencias de los tribunales en
1997 y 1998 abrieron el camino a la remunicipalización. En las
protestas desempeñaron un rol destacado el movimiento “Democratie,
Écologie et Solidarité” (ADES) y la asociación de usuarios denominada
“Eau Secours” (SOS Agua).
Un caso notorio de “puertas giratorias” y
de asociación entre política y negocios tuvo como protagonista a
Vicente Fox, empresario y expresidente de México (2000-2006) por el
Partido de Acción Nacional (PAN). Se da la circunstancia que Fox ocupó
la presidencia de la división latinoamericana de Coca Cola, lo que
influyó en algunas de sus decisiones posteriores como presidente de
México, por ejemplo, que compañías como Coca Cola o Nestlé se vieran
especialmente beneficiadas en las concesiones a plantas embotelladoras
de agua, que se triplicaron durante su mandato.
Sobre Nestlé, el
documental “Oro azul” relata los proyectos de extracción para
comercializar agua embotellada en la cuenca de los Grandes Lagos
norteamericanos (2002). Activistas y colectivos organizados en torno a
“Sweetwater Alliance” o “Ciudadanos de Michigan por la conservación del
agua” denunciaron los riesgos para la salud pública, llevaron a término
acciones judiciales, organizaron piquetes, marchas y representaciones
callejeras contra el proyecto de Nestlé.
El audiovisual de Sam Bozzo se basa en
un libro publicado por los activistas canadienses Maude Barlow y Toni
Clarke, “Oro azul. Las multinacionales y el robo organizado del agua”.
Editado por Paidós hace una década, el texto contiene 416 páginas de
información y prospectiva que hoy mantiene su vigencia. Los autores
alertan de la limitación de las reservas hídricas, de hecho, el agua
dulce disponible representa menos de la mitad del 1% de toda el agua de
la tierra. “La humanidad está mermando, desviando y contaminando las
reservas del planeta tan rápidamente que todas las especies de la tierra
está en peligro mortal”, concluyen Maude Barlow y Toni Clarke.
Una cuestión esencial es la de los usos:
la irrigación para la producción agrícola supone entre el 60 y el 75%
del agua utilizada por los seres humanos. Por un lado, se incrementan
los usos hídricos en las granjas industriales, además, si en 1950 había
unas 5.000 grandes presas en el mundo, en el momento de escribirse el
libro (año 2004), la cifra se elevaba a 40.000. Las vías de agua
adaptadas para la navegación pasaron de 9.000 en 1950, a unas 500.000.
Barlow y Clarke resaltan algunos datos que subrayan la regresión: “En el
Hemisferio Norte hemos aprovechado y controlado tres cuartas partes de
los mayores ríos del mundo para electrificar nuestras ciudades”.
Si para la fabricación de un automóvil
se requieren en torno a 400.000 litros de agua, no es menor el impacto
de algunas industrias consideradas “limpias”. En Silicon Valley,
subrayan los activistas, la Agencia de Protección Medioambiental ha de
sanear más zonas tóxicas que en cualquier otro lugar de Estados Unidos,
entre otros, más de 150 territorios con las aguas subterráneas
contaminadas por la fabricación de nuevas tecnologías. Son tendencias
que se apuntaban hace ya una década. En la provincia canadiense de
Alberta, unos 204 millones de agua procedentes en buena parte de
acuíferos, se bombean hacia pozos de petróleo para aumentar la
producción de crudo. Esta cantidad, señalan Barlow y Clarke, bastaría
para abastecer durante 20 años la ciudad de Reed Beer (Alberta), de
70.000 habitantes.
Las situaciones de “estrés” hídrico se
generalizan por todo el planeta. En la Península Arábiga, las aguas
subterráneas utilizadas casi triplican las que recuperan los acuíferos.
Además, si continúa del mismo modo el ritmo de extracciones, Arabia
Saudí, que obtiene de los acuíferos el 75% del agua que utiliza, “se
encamina hacia el agotamiento total en los próximos 50 años”, se
vaticina en “Oro azul. Las multinacionales y el robo organizado del
agua”.
Enric Llopis | Rebelión | 12/01/2016
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