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"Todos sabemos que el 155 prolongado para Catalunya es un disparate absoluto", asegura Gabilondo
"En política la trampa pasa a ser casi virtud. Me pregunto cómo educan a sus hijos estos representantes públicos que se comportan así en la política"
"Casado se tendría que llamar ‘Casadox’, porque se ha convertido en una especie de promotor del pensamiento de Vox"
Iñaki Gabilondo: "Vox es el franquismo, exactamente lo que nos quisimos quitar de encima"

"El desprestigio de la política ha arrastrado al periodismo", asegura
Iñaki Gabilondo, que tiene clara cuál es la fórmula para recuperar esa
confianza: "Poner rumbo al hombre y a la mujer, al ser humano".
En esta larga entrevista en la redacción de eldiario.es, el periodista más reputado de España reflexiona sobre su oficio y sobre el momento político: sobre la campaña electoral, el juicio al procés catalán, el auge de la extrema derecha o el feminismo. Gabilondo habla con la experiencia de una carrera profesional incomparable, la mayor parte de ella ligada a los micrófonos de la Cadena SER, donde ha sido durante décadas la voz más escuchada de la radio y aún mantiene una influyente opinión diaria......
Gabilondo mantiene su mesura habitual, pero no esconde
sus posiciones: "Hay que intentar evitar que esa derecha tripartita
llegue al poder, sería una auténtica desgracia". No se muestra
especialmente ilusionado con la alternativa más probable, un gobierno
del PSOE sin apoyos claros "que estaría también condenado a ir dando
bandazos sin poder moverse mucho" por la imposibilidad de lograr
acuerdos más sólidos, que cree imprescindibles para solucionar los
grandes problemas de España. "Las salidas durables, los acuerdos
transversales y cruzados, ahora mismo son inverosímiles".
Hace unas semanas, el líder de la
oposición llamó al presidente del Gobierno felón, alto traidor,
irresponsable, iluminado, golpista, ilegítimo, incapaz, desleal....
¿Está más crispada la política española en estos últimos tiempos o esto
ha pasado más veces?
Ha pasado siempre. Ahora
está más abaratada. El disparate se ha abaratado más porque algunos de
los protagonistas que participan en el asunto tienen un nivel no
demasiado alto. Esto no es nuevo, suena peor porque se están cargando
mucho las tintas y porque procede de personas que en principio no te
ofrecen una primera sensación de solvencia.
¿Está la sociedad española a la misma altura de sus principales líderes políticos? ¿O por encima o por debajo de ellos?
Siempre
ha sido la gran disputa, si tenemos los líderes que nos merecemos. No
lo sé, supongo que debe de haber un poco de todo. Lo que sí es cierto es
que hay actividades que tienen un compromiso mayor, como la política.
De forma que, sea cual sea la rueda, si empieza por aquí o empieza por
allá, eso no puede justificar la irresponsabilidad de los responsables
públicos, que tienen que comportarse de una especial manera. A mi
juicio, puede que sean hijos de esta sociedad y por tanto no constituyen
ninguna especial excepción. Pero desde el momento que ocupan un puesto
de esta carga representativa tendrían que estar comprometidos a unas
actitudes, a unos comportamientos, que por desgracia no siempre cumplen.
Hace
unos días entrevisté a la alcaldesa Manuela Carmena y me decía que lo
que más le disgustaba de la vida política era encontrarse con la mentira
y con el insulto de manera permanente y cotidiana. Me decía que esto en
ningún otro ambiente de la sociedad española se permitiría, ni en el
académico, ni en el profesional ni en el personal, y que en cambio en la
política es la moneda común. ¿Crees que es cierto? ¿La opinión
publicada y el debate político están más crispados que el debate
ciudadano y la opinión pública?
Hace mucho
tiempo que denuncio esa especie de bula que la política cree tener para
seguir unos principios y unos códigos de comportamiento distintos a los
de la sociedad civil. Yo eso no lo acepto. Sin embargo parece que la
sociedad lo ha dado por bueno. Hay un código de comportamiento cívico
que está en vigor en general y que deja de estar en vigor de pronto
cuando se irrumpe en la política.
A eso me refiero.
En
política la trampa pasa a ser casi virtud. Yo muchas veces me pregunto
cómo educan a sus hijos estos representantes públicos que se comportan
así en la política. Me gustaría muchísimo saberlo. ¿En qué principios
les educan? ¿En los principios de la sociedad civil? Seguramente, sí. ¿O
en los principios que ellos con toda naturalidad esgrimen, donde
incluso alardean de la trampa, la zancadilla y la mentira?
No
acepto la existencia de dos códigos morales, uno para la sociedad y
otro para la política, y creo que es una de las cosas que más daño le
está haciendo a la política. El hecho de que hayan terminado por creerse
autorizados a disponer de un reglamento propio, con valores que son
anti valores en el resto de la sociedad. Y los políticos que tratan de
esgrimir argumentos a favor de unos comportamiento más o menos cívicos
pasan inmediatamente a ser considerados blandos, equivocados, gente de
poca entidad, gente sin garra, condenados a no llegar a ningún sitio.
Nunca he podido entender esto. Creo que eso le hace un daño enorme a la
política.
¿Qué esperas de esta campaña electoral? ¿De estas dos campañas electorales que nos vienen encima?
Bueno,
de estas dos campañas y de la combinación de las dos campañas. Porque
cuando acabe el resultado de la primera, el 28 de abril, vamos a estar
parados sin saber qué hacer con ese dato. Hasta ver cómo se guisa lo
siguiente.
Espero que se siga jugando como se está
jugando hasta ahora. No creo que haya grandes novedades. Lo más
llamativo para mí de esta campaña hoy lo comentaba José María Izquierdo,
pero él lo atribuía a una cosa y yo lo atribuyo a otra. Izquierdo decía
que estaba sorprendido del silencio de Vox, que de pronto ha
desaparecido de la circulación.
Sí, es cierto.
No aparece por ningún sitio.
Vox está influyendo en los discursos de todos los partidos, pero los líderes de Vox apenas hablan.
Sí.
Y decía José María Izquierdo que eso le parece mal, que ‘por qué no
hablan’, ‘atrévanse a salir’. Yo creo que no es que no se estén
atreviendo. Están siendo muy inteligentes. Están escondidos detrás del
barullo que monta el Partido Popular.
Y de su líder, Pablo Casado.
Creo
que Casado se tendría que llamar ‘Casadox’, porque se ha convertido en
una especie de promotor del pensamiento de Vox que, sin necesidad de
gastarse y sin necesidad de salir a una palestra que sabe que le va a
ser muy hostil porque tiene un montón de elementos de ataque, pues están
perfectamente camuflados y viajan en carro. Crecen y crecen y crecen
sin gastar nada. Su coche avanza sin gastar una peseta de gasolina, se
la ponen los demás.
¿Cómo calificarías a Vox? ¿Derecha? ¿Extrema derecha? ¿Ultraderecha?
Para
mí es el franquismo. No quiero entrar en planteamientos técnicos, que
se los dejo a los expertos en política; ellos sabrán cómo se disecciona
ese producto. Yo tenía 33 años cuando Franco se murió.Es decir, viví 33 años de mi vida, casado y padre de tres hijos, con Franco en mi cabeza, en mi corazón, en mi mundo y en mi alma. Si tuviera que explicar en qué consiste este pensamiento ultra españolista, ultra centralista, basado en estos principios de patria, Dios, España, los viejos valores… Ponle el color que tú quieras, pero Vox es el franquismo. Me resulta absolutamente reconocible porque lo viví. Me rejuvenece, me devuelve a mi infancia, a mi juventud. Porque Vox es exactamente eso. Es exactamente lo que nos quisimos quitar de encima.
https://www.eldiario.es/politica/Inaki-Gabilondo-Vox-franquismo-
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