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China pretende introducir un 'sistema de crédito social' con el que
valorar a sus ciudadanos.
Con puntos de recompensa y de penalización:
quien cruce un semáforo en rojo o agite contra el Gobierno pierde puntos
y debe asumir las consecuencias.
Retrasarse en el pago de las facturas, beber demasiado alcohol: este
tipo de infracciones conllevan puntos de penalización y pueden traer
consecuencias como, por ejemplo, la pérdida de capacidad crediticia y de
viajar libremente.
El que se comporte convenientemente recibe puntos de
bonificación con los que puede acceder a descuentos en reservas de
hotel o de alquiler de autos.
Millones de cámaras desplegadas en las
calles de China permiten una vigilancia completa, que se combina con
sistemas modernos de reconocimiento facial y de análisis de las huellas
digitales y perfiles de comportamiento en la red.
El controvertido
sistema de crédito social se encuentra actualmente en fase de pruebas.
A
partir del año que viene será introducido en la capital, Pekín.
Dos
ejemplos: una joven gerente de marketing está orgullosa de su buena
puntuación.
Gracias a ello, su hijo pequeño tiene más posibilidades de
ingresar en una escuela de élite.
En cambio, un periodista que ha
informado sobre corrupción recibe una valoración negativa y debe
afrontar las consecuencias: su cuenta de redes sociales fue cancelada y
se le prohíbe volar.
Los afectados de forma más drástica son los miembros de la minoría
uigur.
Viven en la región noroccidental de Xinjiang y profesan
mayoritariamente la fe islámica.
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